martes, 29 de abril de 2014

"SENTIMIENTOS"

Había encontrado en su trabajo, un desahogo para su vida. Se sentía sola y desamparada, sumamente perdida en un mundo que ahora parecía que no le pertenecía... Después de doce años con Pedro, no entendía que le podía haber pasado, no había notado nada que le hiciese pensar que la relación que mantenían estaba muerta para él...

Le pidió distancia, se sentía agobiado ¿agobiado de qué? se preguntó una y mil veces... Ella no era acaparadora, ni controladora, todo lo contrario, quizá pecaba de ser bastante permisiva... Pero él se había ido, dejando a su paso, un corazón destrozado y a una joven llena de pena que veía escaparse su futuro sin poder hacer nada... 

Solo en su trabajo parecía ser ella, la encantadora Lucía de siempre, quizás porqué allí, era el único sitio donde él no había estampado su huella. Todo lo demás le recordaba a él, a sus momentos, a su amor...

Aquella mañana, había llamado a la nueva empresa de transportes con la que habían comenzado a trabajar, deberían venir a buscar unos manuscritos para llevar a la imprenta. Estaba absorta con el ordenador, repasando unos escritos, cuando alguien se acercó al mostrador sobresaltándola.

- ¡Buenos días!, soy de Servigraf, vengo a recoger un paquete -dijo una voz atractiva y melodiosa- un aroma intenso a bálsamo masculino penetró en ella, embriagándola, giró la cabeza para descubrir a un joven alto y de complexión atlética, llevaba un casco puesto, así que no acertó a descubrir lo que se escondía detrás. Le entregó el gran sobre y después de firmar el recibo, observó lascivamente como salía de la oficina, parándose especialmente en el bello trasero que adornaba aquella figura...

- ¡Lucía! ¿Qué haces? -dijo entre risas su compañera Paula, sacándola de su momento de ensoñación- Muy buena anatomía -dijo Paula sin parar de reír- pero... ¿su rostro es igual de hermoso? -preguntó-.

- ¡Oh Paula! no sabía que estabas ahí... -respondió ruborizada- no lo se, no se sacó el casco- dijo mientras intentaba parecer ocupada organizando unos papeles, intentando restar importancia al episodio.

- La próxima vez que vuelva, avísame por favor -dijo guiñándole un ojo mientras desaparecía por detrás de la puerta de la sala de archivos.

Pasó el resto del día, sin poder sacarse al joven de rostro misterioso de su cabeza... Intentó una y mil veces sacarlo de su mente, pero cuanto más quería evitarlo, más presente parecía estar... Solo hacía dos meses que Pedro había roto con ella, y lo último que quería, era la presencia de un hombre en su vida...

Pero las cosas pasan porque sí, no porque uno quiera o lo niegue. Cada vez que el joven volvía por la oficina, era una visita rápida, sin apenas un cruce de palabras, se desesperaba por poder descubrir su rosto, pero él siempre apurado, jamás se quitaba el casco, con seguridad, para no perder tiempo...

Se volvió obsesión... estaba segura... no podía evitar fijarse en todos los motoristas que encontraba en su trayecto de casa al trabajo o a la inversa, o cuando quedaba con alguna amiga... Esperaba poder reconocerlo fuera del entorno al que estaba acostumbrada. Soñaba con él, pero nunca a cara descubierta. Ese misterioso rostro, la había cautivado, llenando su vacío corazón de sentimientos que la hacían flotar en un cúmulo de felicidad y tristeza, sin saber que es lo que pesaba más... 

Pero un día, él no apareció a recoger, ni tampoco al siguiente... Tampoco preguntó, dejó que pasasen los días mientras ansiaba esa visita que jamás se produjo...

Pese a todo, supo que estaba viva, que su corazón seguía latiendo vital y que estaba preparada para una nueva oportunidad. Que después de un final, llega un nuevo principio, y que ahí fuera, sin duda, se encontraba él... Un hombre que llegaría a su vida para amarla y hacerla feliz para siempre...  Solo el tiempo cuando lo considerase oportuno, se lo traería a su vida... Y allí estaría ella, esperando ansiosa su llegada...

lunes, 16 de diciembre de 2013

"VIDA"

Dicen que hay que ser agradecido a la vida, y estoy de acuerdo, siempre he escuchado eso, pero... cuando la vida se porta mal con nosotros y nos arrebata lo que más amamos en el mundo... ¿Quién nos escucha? ¿A quién le reclamamos? 

La vida nunca había sido justa conmigo, desde mi infancia recuerdo a mis padres siempre atosigados con los gastos, sin encontrar la manera de salir adelante. Mi hermano pequeño había nacido con una enfermedad genética, en la que los duros tratamientos a los que debía someterse los tenían que costear ellos, ya que no los cubría el seguro. Finalmente cuanto no tenía más que once años, se fue... para descanso de él y de nosotros.

Por triste que parezca, mis padres comenzaron a vivir su vida, yo ya era una adolescente próxima a la mayoría de edad, con un futuro casi labrado. Después de estudiar administrativo, conseguí trabajo en una gran empresa en expansión, lo que me hizo ir subiendo puestos en poco tiempo.

Fue entonces cuando conocí a Abel. Era una empresa joven, así que no me extrañó que contratasen a un chico tan "pimpollo" como solía llamarlo yo, como jefe de Recursos Humanos. Enseguida conectamos, saliendo juntos a tomar el café de la mañana y en poco tiempo nos unía algo más que amistad...

Lo que comenzó fue una bonita relación, y el hecho de trabajar juntos no enturbiaba para nada lo que estábamos construyendo. Pasaron tres años plenos de felicidad, hasta que ante la ausencia del período la prueba de embarazo confirmó mis sospechas...

Cuando se lo dije a Abel, no se lo tomó bien como yo suponía, una mueca de desagrado se dibujó en su rostro, pero a pesar de todo, aceptó mi decisión de seguir adelante con el embarazo y por supuesto, con nuestra relación, no esperaba menos de él...

El embarazo transcurrió bien y no noté cambios en Abel con respecto a mi, siguió atento y cariñoso, incluso en ocasiones parecía dejar entrever algo de interés en la nueva vida que se estaba formando dentro de mi, al fin y al cabo, también era parte de él...

Para cuando llegó el parto, ya estábamos viviendo juntos y la verdad que me sorprendió la buena convivencia que teníamos, parecía todo perfecto, ¡por fin mi vida parecía plena!

Después del parto y con nuestro bebe en casa, llegaron los problemas, Abel no soportaba los llantos, las noches sin dormir y los madrugones de los fines de semana. No aceptó al pequeño Daniel y eso me dolía en el alma, cuando nuestro hijo no tenía más que dos meses, decidió irse de casa. Me pidió perdón por una actitud tan inmadura, pero no se veía preparado para ser padre, sus palabras fueron que" le iba grande ese papel, necesitaba tiempo, sin el niño y sin mi. Nuestro hijo lo había sobrepasado..."

Seguí adelante sin él, luchando por mi pequeño, y aunque Abel pasó un tiempo sin vernos, ya que además pidió traslado de ciudad en el trabajo, finalmente cuando Dani ya iba a cumplir un año, un día se presentó en casa. Simplemente me pidió poder verlo de vez en cuando, el vivir sabiendo que tenía un hijo no le dejaba dormir por las noches, quería intentar ser padre, un buen padre, y yo no era quien para negárselo.

Jamás fue un padre de verdad, pero sabe Dios que lo intentó, nunca se lo llevó a dormir, "no estoy preparado todavía" me decía, pero lo llevaba a pasear, al cine, al zoo, hacía muchas cosas con él, y nuestro hijo llegaba a casa radiante después de cada salida con su padre.

Aquella mañana, cuando me levanté estaba todo blanco, una gran nevada había caído durante la noche, vistiendo la ciudad de una belleza invernal deslumbrante. Bajé a la cocina para hacer unas tostadas y antes de que subiese a despertar a Dani, apareció él con su precioso pijama de franela con dibujos de Mickey Mouse que tanto le gustaba, -Mami, mami, ha nevado- me dijo risueño.

Lo cogí en mis brazos, abrazándolo suavemente, aspirando su dulce aroma, cuanto lo quería... mi vida entera era él... -Mami, ¿vamos a jugar al jardín? -preguntó entusiasmado- mientras lo llenaba de besos.

-Cariño, tienes que ir al cole- le dije mientras lo mecía en mis brazos, -cuando regreses por la tarde, te prometo que iremos a jugar un rato con la nieve ¿vale?- le dije mientras lo bajaba para hacerle cosquillas.

-¡Vale mami! -dijo mientras corría hacia su cuarto para vestirse, y de camino gritaba -¡Hoy lo vamos a pasar genial en el cole con tanta nieve, yupiiiiii! Solo tenía cuatro años, pero gozaba de una madurez pasmosa y verlo cada día, me recordaba a su padre... era tanto el parecido...

Ya en el trabajo, después de dejar a Dani en el colegio, me sorprendieron con una reunión sorpresa, unos nuevos inversores parecían interesados en nosotros y querían formar parte del comité de socios. Debería preparar la documentación en menos de una hora. Aún no había terminado, cuando recibí una llamada, la llamada...

Era del colegio de Dani, al parecer un compañero lo empujó contra una de las mesas y había llevado un fuerte golpe en la cabeza. Una ambulancia lo estaba trasladando en ese momento al hospital, así que dejé todo mi trabajo y salí disparada mientras llamaba a Abel y a mis padres...

Cuando llegué allí, las noticias no podían ser más desoladoras... Dani estaba en coma, la gravedad del golpe no había sido tanto por la fuerza del impacto, como por la zona donde se produjo. Estaba en coma y después de las primeras pruebas realizadas, no hallaban respuesta cerebral ninguna...

No podía creerlo... mi niño, mi vida, mi razón de ser... se iba... Era todo tan irreal, no podía ser cierto, no era más que una terrible pesadilla... Pero las horas pasaban y fui consciente de que era algo real... Para cuando llegaron mis padres y Abel, nuestro niño ya estaba con tan solo un hilo de vida... Y rogué que me dejasen estar con él para acompañarlo en sus últimos momentos.

Cuando entré en su habitación, no lo conocí, lleno de tubos y agujas por todos lados... En la sien derecha se apreciaba un tremendo hematoma que le llegaba al ojo. Cogí su mano y apoyé mi cabeza sobre su pecho, sintiendo su respiración artificial... -No te vaya cariño... quédate con mami...- y lloré, lloré más de lo que había llorado en toda mi vida junta... No podía perderlo... no era justo... lo abracé desesperada intentando agarrar su vida y que no se escapara... enseguida llegaron las enfermeras e intentaron separarme de él, y para cuando lo consiguieron, él se fue... y grité con una impotencia tan grande que me obligó a abalanzarme sobre mi hijo, pero en esta ocasión me dejaron... Lo acuné por última vez en mis brazos durante no se cuanto tiempo... pero mucho... Dejaron pasar a Abel, con el ánimo de que él fuese capaz de despegarme de mi pequeño, y para cuando lo consiguió, estábamos los dos llorando presas de una gran desesperación. 

Lo demás ya no fue vida... Yo no tenía más que veintiséis años y un alma destrozada... Abel me pidió perdón por su cobardía, y se mostró realmente arrepentido por no haber sido capaz de aprovechar el regalo que se le había ofrecido y que él egoistamente había rechazado. Ahora... echaba de menos tanto tiempo y tantos momentos sin vivir con su hijo, y eso era algo que jamás podría recuperar...

Me rogó una oportunidad, me amaba y ahora se veía preparado para ejercer de esposo y de padre, juntos podríamos soportar la vida que nos quedaba, y quizás un nuevo hijo, ayudaría a soportar tanto dolor...

Ahora fui yo la que le pidió tiempo, tanta pena no me dejaba pensar con claridad, necesitaba centrar mi vida ahora tan alejada de mi hijo, y todavía no sabía lo que sería mejor para mi... Ya no confiaba en la vida, ni el futuro, solo el tiempo me diría lo que hacer...




sábado, 7 de diciembre de 2013

"VIENTO DE AMOR"

Se había levantado mucho viento de forma repentina, cogiéndonos a todos por sorpresa. Las chicas por la calle, sujetaban sus faldas que volaban dejando entrever ese bello tesoro que esconden entre las piernas. Otros,  agarraban con fuerza sus distintos sombreros evitando que el viento se los llevase a su antojo. La situación era cómica, más que nada por la rapidez con que se había desencadenado, dejándonos desconcertados y como es de suponer nadie estaba preparado para este imprevisto.

De repente, el viento trajo hacia mi, un precioso foulard blanco, con un aroma embriagador que se adentró en mi interior, sumiéndome en unas sensaciones plácidas y al mismo tiempo excitantes, que me obligaron a buscar enseguida a la dueña del mismo. Me subí a un banco para así tener una amplia visión de la zona, busqué en medio de la gente, la calle estaba abarrotada, era hora punta y además ruta peatonal en el centro de la ciudad. En medio del bullicio, descubrí a una preciosa joven de larga melena rizada, poseedora de un rostro angelical y perfecto. Ella buscaba desesperada su pañuelo y por sorpresa para mi, sus ojos cayeron en mi. Levanté mi mano, mostrando su pañuelo y ella me sonrió. Decidí entonces acercarme a su encuentro, sorteando a las distintas personas que encontraba por el camino, pero cuando llegué allí, ella no estaba, llevé mis ojos a mi alrededor, intentando descubrirla sin suerte. Recorrí un par de veces la calle con la esperanza de encontrarla, pero no fue posible... Me quedé allí parado aspirando el dulce olor que desprendía y con la misma, doblándolo con cuidado lo metí en el bolsillo, prometiéndome que la encontraría.

Pasó el tiempo y a pesar de mi esfuerzo por localizar a la bella joven, fui incapaz. Observaba a cada chica que encontraba en cualquier lugar al que yo iba, pero ninguna era ella. Cada noche, observaba y acariciaba aquel pañuelo con la esperanza de poder entregárselo. Algo nuevo había nacido en mi, y la impotencia no me permitió disfrutar de la vida como debería haberlo hecho. Pasaba de relación en relación sin encontrar a ninguna que me pareciese adecuada para mi, buscaba aquella esencia que desprendía el pañuelo, y aunque pasasen cien años, acabaría encontrándola, estaba seguro.

Después de la madurez, llegó la vejez, y hallándome solo y vencido, decidí entrar en una residencia de ancianos, por lo menos allí tendría otras personas con las que conversar y pasar el tiempo, ya que era lo único que me quedaba, "ver pasar el tiempo", al no encontrar a mi amada, todo dejó de importarme y me abandoné a la vida...

La sorpresa fue además de muy grata, imprevisible. En la sala de la televisión, descubrí a una mujer que se antojaba bella, muy hermosa... Cuando entré allí, levanto la mirada de la revista que estaba hojeando y me miró, en esos ojos ahora ancianos, descubrí a la joven que un día había perdido un pañuelo por capricho del viento. Estaba seguro, era ella, su imagen la tenía grabada en mi mente y en mi corazón... Me acerqué y le pedí permiso para sentarme a su lado, ella con una dulce sonrisa asintió, y comenzamos a conversar. Saqué de mi bolsillo, aquel pañuelo que había sobrevivido en perfecto estado al paso del tiempo, y se lo entregué, me miró asombrada y sonrió. Recordaba el día y ahora me recordaba a mi... Había intentado acercarse a mi con la intención de recuperarlo, pero cuando llegó, yo no estaba, buscó un poco en medio de la gente, pero enseguida se marchó, había mucha gente y el encontrarme, le pareció algo imposible...

Referimos nuestra vida, todo lo ocurrido en ella y nuestras ansias. Le sorprendió el hecho de que guardase aquel foulard y que no dejase de pensar en ella todos aquellos años. Ella se había casado, pero no con la persona adecuada que no dejaba de golpearla y maltratarla, hasta que estando embarazada de su primer hijo, una terrible paliza, la dejó en coma, perdiendo a su hijo y dejándola estéril. Entonces fue cuando decidió que debería tomar las riendas de su vida. Así pues, haciendo las maletas, abandonó a su marido, y sin saber porque, yo aparecí en su mente... aún así, no pensó en la oportunidad de poder encontrarme...

Por mi parte, le conté al detalle mi vida, como ansié el poder tenerla conmigo y como la busqué por todas partes sin hallarla... Ahora estábamos juntos y aprovecharía los pocos años que nos quedaban, para hacerla feliz y dichosa, y para amarla como jamás nadie la había amado, la espera había sido larga, pero había valido la pena...



domingo, 24 de noviembre de 2013

Pequeño relato sentimental en foto.


"ASESINA LETAL"

Probablemente, la muerte de mi padre fue el desencadenante de toda esta historia, bueno, probablemente no, realmente ha sido eso. Era algo que sabía que jamás superaría, estaba muy unida a él y todavía lo necesitaba demasiado. Su marcha nos dejó desolados, mamá se había quedado tan sola y tan abatida que supe que jamás sería la misma.

Papá era muy joven todavía, no tenía más que cuarenta y cinco años y toda una vida por delante. Era policía, llevaba desde los veinte años en el cuerpo y una fatalidad intencionada hizo que aquella noche se encontrase con la muerte.

Volvía a casa después de haber acabado el turno de tarde. Cuando se dirigía hacia su coche en el aparcamiento, una pandilla lo asaltó golpeándolo brutalmente hasta su muerte. Una pareja de ancianos que pasaba por allí, lo vio todo sin poder hacer nada para impedirlo, eran demasiados; Escondidos avisaron enseguida a la policía, pero para cuando llegaron aunque fue a los pocos minutos, ya no había nadie allí, salvo el cuerpo sin vida de mi padre.

Comencé entonces una cruzada por mi cuenta. Trabajaba también en la policía, era novata ya que no llevaba más que unos meses en el cuerpo, tenía diecinueve años y en ese momento era la chica más joven del cuerpo, pero había tenido un gran maestro y sabía como moverme y manejarme, conocía el funcionamiento y como evitar dejar pistas. Era buena y todavía sería mejor, aunque una parte de mi se iba al otro bando de manera temporal, pero por mera limpieza, nada más... La ley protegía en muchos casos a estos tipos de pandillas, la mayoría bien organizada y casi siempre parecían tener coartada, ya que entre ellos se protegían.

Lo había meditado todo muy bien, poco a poco me iría deshaciendo de todas las pandillas de la ciudad, hasta que no quedase ni una. Eran los mayores culpables de la delincuencia de la ciudad y ganaríamos en seguridad una vez acabase con todas.

No tenía miedo, había comenzado mi formación en artes marciales a los tres años, era rápida y hábil, y aunque era menuda, gracias a mi gran forma física, resultaba una rival complicada por lo escurridiza que era. No sabía si papá estaría contento con mi decisión, pero era algo que debía de hacer, lo que no vale se desperdicia y se tira ¿no? pues no iba más que a poner un poco de orden y limpieza en la ciudad, solo eso.

No tuve dificultades para acceder a los expedientes de las distintas pandillas registradas por sus antecedentes en nuestros ordenadores. Recabé toda la información posible en pocos días, la ansiedad me podía y tenía que empezar cuanto antes.

Tenía direcciones aunque sabía como encontrarlos igualmente. Y aquel martes comencé, escogí una pandilla asiática que tenían su sede muy cerca de donde yo vivía. Iba a ser un trabajo fácil y limpio, no me iba a complicar y de una tacada acabaría con unos cuantos miembros de golpe. Salí de casa a las tres de la madrugada y me dirigí en mi coche hacia el barrio donde tenían su casa, su punto de encuentro... No había nadie por la calle y en la casa estaban todas las luces apagadas, dada la hora estarían todos durmiendo. Saqué unos bidones de gasolina del maletero de mi coche y comencé a rociar todo el exterior de la casa. No quería que hubiese salida posible de aquel infierno que iba a causar. Encendí una cerilla y la dejé caer mientras el fuego comenzaba a sucederse con rapidez. Solo me quedé unos segundos, recreándome en aquel asesinato múltiple que me hacía sentir tan bien.

La venganza había comenzado y las noticias de la mañana, no podían haber sido mejores. Cuando llegué a comisaria había un gran revuelo, al parecer doce miembros de una pandilla habían resultado asesinados en su casa, a la que habían prendido fuego. Se suponía que había sido un ajuste de cuentas entre pandillas, así que aunque se había abierto una investigación, supuse que no tardarían en archivar el caso.

No podía esperar a seguir con mi cruzada particular. Esa misma noche volví a salir con el mismo modus operandi, en esta ocasión el resultado fue mejor, además había escogido una de las peores, era multiracial y en ella se encontraban los jóvenes más agresivos y sin escrúpulos de la localidad. Habían organizado una fiesta por lo que allí dentro estaban casi todos los miembros con sus novias, lo sentía por ellas, pero iba todo en el lote. En total, treinta y una víctimas. En comisaria comenzaban a sospechar que algo raro estaba pasando.

Repetí esta operación cinco veces más, con buenos resultados. Miembros de distintas pandillas, habían acudido a la policía con el fin de solicitar protección. Estaban asustados y preocupados, mal sabían ellos que su verdugo y su fin, lo tenían muy cerca...

Debería cambiar de táctica, además quería darme el gusto de que me viesen cuando los fuese a matar. Eso sería una gran satisfacción para mi.

Comencé a frecuentar los distintos barrios donde estaban ubicadas este tipo de pandillas, con la idea de ver sus movimientos para encontrar el modo de sorprenderlos y conseguir mi objetivo.

Me vestí para la ocasión, de manera sensual y atrevida para no crear sospechas en ellos. Sorprendí a dos hispanos en un callejón, y haciéndome la encontradiza con ellos me mostré seductora cautivándolos de manera fácil, y mientras tonteaban conmigo, saqué con rapidez un revolver sin registrar y les disparé directamente a la frente con mucha rapidez, no tuvieron tiempo de reaccionar mientras en esos pocos segundos su cara se mudó a  una expresión de terror. Recogí los cartuchos del suelo, y me marché complacida.

En un mes había fulminado a casi todos los miembros de las distintas pandillas de la ciudad. Ahora me lo iba a tomar con calma, pocos quedaban y ya tendría la ocasión de liquidarlos igual que al resto. Mis compañeros no tenían pistas ni pruebas, y lo que menos sospechaban era que una de ellos se había encargado de tan noble causa.

Mi padre estaba vengado, y la ciudad había  ganado en tranquilidad. Al final la muerte de mi padre, había servido para algo...

sábado, 16 de noviembre de 2013

"CORAZÓN ROTO"

En mi cabeza rebotaban las palabras del que pensé que era el hombre de mi vida. Jamás pensé  poder llegar a sentir tanto dolor, lo amaba intensamente, mi vida era él...

Aquella bonita tarde de primavera, después de recogerme en el trabajo, me llevó hacia el parque que estaba junto al muelle, quería hablar algo importante conmigo, e intuí que no era nada bueno. Sentados en un banco que nos regalaba una vista hermosa del atardecer, comenzó con sus hirientes y dolorosas palabras:

"Te prometí un futuro feliz, una vida siempre juntos, mi amor para siempre... Se que estoy faltando a mi palabra, pero no era mi intención, me gustaría haber podido cumplir con todo lo que te he jurado. Te he dicho en miles de ocasiones, que eras la dueña de mi corazón, la reina de mi vida, mi tesoro más valioso, que lo eras todo para mi. Pero no pienses que te mentí, en realidad, todo eso lo pensaba y estaba seguro que envejecería junto a ti.
Pero la vida es caprichosa y el amor mucho más, y lo que hoy parece que es lo mejor, mañana podría no serlo. No por eso soy un malvado, ni un ser mezquino, ni siquiera un rompecorazones, esa definición la llevan otra serie de individuos.
Me duele esta ruptura, porque no la mereces, pero debo ser honesto, por ti y por mi.
Te quise con locura y te amé con todo mi corazón, de eso puedes estar segura, pero no puedo luchar contra lo que ya no siento... y lo nuestro se acabó, por lo menos por mi parte, el amor se evaporó y no puedo obligarme a quererte.
No llores, no sufras, lo siento sinceramente... Solo espero que algún día seas capaz de entenderme y por lo tanto, perdonarme..."

No me lo podía creer, el hombre de mi vida me había fallado, ya no me quería... Me quedé muda, incapaz de articular palabra, solo abundantes lagrimas expresaban mi desdicha. Me acompañó hasta casa, los dos en silencio y con un simple beso en la mejilla, se despidió de mi.

El hacerme a la idea me llevó mucho tiempo, sufría en silencio, mi madre estaba enferma y no quería atormentarla con mi pena, no encontraba desahogo en mi vida. Mis amigos se volcaron en mi, pero no había nada que aliviase mi sufrimiento, era tan extraña la vida sin él a mi lado...

Entonces lo conocí. Habíamos ido al cine a ver una película de terror, eran mis favoritas,  pero las vivía tanto que lo pasaba fatal. En un momento dado en una escena que la que nos daban un gran susto, en mi sobresalto, abracé a la persona que tenía a mi derecha, tardé unos segundos en darme cuenta que no era nadie de mi pandilla. Azorada, le pedí disculpas, mientras el joven me sonrió restando importancia al episodio. El resto del tiempo lo pasé más pendiente de él que de la propia película, observándolo cada vez que en alguna escena la sala se oscurecía, o bien por el rabillo del ojo, y cuando terminó, me dio pena, no por haberme perdido el final, ya que ni me había enterado en mi entusiasmo por contemplar al chico sentado a mi lado, sino porque probablemente jamás volvería a verlo.

Las luces se encendieron y mis amigos tiraron de mi para salir de allí, antes de que el cúmulo de gente se acumulara en la salida. Eché un último vistazo al joven, y ahora con luz pude distinguir un rostro dulce y atractivo, me sonrió mientras mis pasos guiados por mis amigos, me sacaban de aquella sala.

En la calle caminé pensativa, mientras todos comentaban los detalles de la película. Entonces sentí que alguien me tocaba la espalda. Era él, y algo saltó en mi corazón haciéndome vibrar con una energía que hacía tiempo que no sentía. Me invitó a tomar algo juntos, así que dejando a nuestros amigos, nos encaminamos a un café cercano los dos solos.

Esa fue solo la primera de nuestras inmensas citas, y no pude menos que agradecer el que mi ex me hubiese dejado, de no ser así, no se si tal vez  hubiese conocido a Carlos. Ya no sentía odio hacia él, es más, ahora entendía las palabras que tan cariñosamente me había dicho aquel fatal día. Lo que sentía ahora, era de un nivel superior a lo había sentido por mi ex, era algo mágico, era una necesidad diaria de saber de él y de buscar su presencia, era el necesitar sus besos y sus abrazos. El sexo, el tan solo dormir juntos, el salir a pasear, la risa, la música, una película, las palomitas... todo era distinto con Carlos.

La vida me regalaba una segunda oportunidad, inmensamente mejorada y de más calidad, entonces recordé lo que mi padre siempre decía, "cuando algo malo pasa, es porque algo mejor te espera en el camino".



"BUENAS NOCHES AMIGOS"


Acuéstate,
pensando en algo que te haga feliz,
eleva tu mente hacia el mundo que deseas.
Deja que la imaginación
dibuje esa vida que te gustaría vivir
con la persona que deseas a tu lado.
Nosotros mismos podemos atraer lo bueno hacia nuestro entorno,
solo hacen falta pensamientos optimistas y positivos.
Destierra tu negatividad
y deja de pensar que todo va mal
atrae lo bueno hacia ti con tu mente.
Deja que tu alma brille con su luz intensa
no la apagues, ni siquiera permitas que el brillo baje de intensidad,
se tu mismo pese a las adversidades.
Eres fuerte, no lo olvides, puedes con todo,
porque lo malo no va a hacer más que fortalecerte.

Buenas noches, dulces sueños y feliz despertar.