martes, 17 de septiembre de 2013

"CDC ZOMBI”


Las vacaciones veraniegas no podían comenzar peor, apenas había comenzado a disfrutar. Solo hacía dos días que habían acabado las clases y mamá ya me había dejado al cuidado de mi hermanito pequeño.

Alguien la había llamado por teléfono y había salido disparada de casa pidiéndome que atendiese al pequeño y le diese su biberón en cuanto despertase. No me dio explicaciones de a donde iba y me pareció preocupada. Antes de marchar me prohibió ver la tele y me hizo prometérselo asegurándome de que a la vuelta me daría una explicación.

Ya hacía dos horas que había marchado. Le cambié el pañal a Yoel y le dí su biberón. Con él en brazos me asomé a la ventana, todo estaba tranquilo salvo unos cuantos helicópteros que sobrevolaban hacia el sur. Que extraño... mamá no solía retrasarse tanto cuando nos dejaba solos.

Me sentía muy intranquila, el tiempo pasaba... tuve que preparar otro biberón para mi hermano y ni tan siquiera había recibido una llamada de teléfono de mamá. Pensé en llamar a mi padre al trabajo, pero no quería preocuparlo.

Finalmente desobedeciendo a mi madre, encendí la tele, intuía que algo iba mal pues me sentía muy inquieta. Cambié de canal buscando las noticias, y lo que vi me aterró...

Había explotado el “Centro de Control de Enfermedades Infecciosas” en Atlanta, por causas que aún se desconocían. ¡Dios mío! En Atlanta vivimos nosotros, y papá llevaba doce años trabajando en ese centro, era microbiólogo y actualmente se encontraba procesando la vacuna para la “influenza H3N2” (variante de la gripe).

A pesar de mi corta edad, no tenía más que doce años, entendí que era una noticia catastrófica. Allí se encontraban las cepas más virulentas de las enfermedades infecciosas, incluso de muchas que habían dejado de existir y ahora se hallaban flotando libres en el ambiente, lo que podría desencadenar en el fin de la humanidad.

Hablaban de muchas víctimas, y estaba segura de que mi papá se hallaba entre ellos, el edificio había quedado totalmente arrasado a pesar de la firme construcción con la que había sido hecho. ¡Por eso mamá había salido de casa con esa prisa! Debió dirigirse inmediatamente hacia allí, para saber algo de papá. Con toda seguridad había escuchado algo por la radio, en cuanto abría los ojos por la mañana acostumbraba a encenderla para escuchar las noticias mientras se arreglaba.

Aconsejaban a todo el mundo que se refugiasen en sus casas o en sus trabajos, que nadie saliese del lugar donde se encontrase en ese momento. Aún no se sabían los daños que podría causar esta hecatombe, pero las expectativas no eran muy halagüeñas...

Escuché gritos en la calle, dejando a mi hermano en el corralito, me acerqué con miedo a la ventana. Lo que vi era lo típico en una película de zombis que tanto me apasionaban y que nunca habría pensado llegar a ver en la vida real. Un hombre y una mujer con sus ropas rasgadas y sucias, se estaban comiendo literalmente a mi vecina la Sra. Missy, mientras por todos lados comenzaban a aproximarse más de ellos atacando a todo el que encontraban por el camino y adentrándose en algunas de las casas.

Abandoné ese sitio y me dispuse a repasar todas las ventanas y puertas de la casa, asegurándome que estaban correctamente cerradas. Situada en la habitación de mis padres poniendo el pestillo a la ventana, vi a mamá con su bonito vestido azul que tanto estilizaba su figura, y bajé corriendo las escaleras con intención de abrirle rápidamente la puerta antes de que alguno de los seres que se hallaban allí fuera le hiciese daño.
Salí al exterior y la llamé fuertemente -mama ven, apresúrate- ella me miró y se acercó hacia mí, cuando la tenía a menos de dos metros, miré horrorizada su aspecto, estaba convertida, el terror me paralizó incapaz de despegar mis pies del suelo y de repente, alguien me agarró elevándome un poco y me arrastro al interior de mi casa cerrando todos los pestillos de la puerta.
  • ¿Pero que demonios estabas haciendo? Un hombre joven de unos treinta años me miraba enfadado- ¿no has escuchado las noticias?
Y comencé a llorar, por mi madre y por mi padre, y sobre todo por la situación en la que nos hallábamos inmersos.
  • Perdona pequeña, no quería asustarte, pero pusiste tu vida en peligro, ¿estás sola en casa? -dijo mientras me abrazaba cariñosamente-.
  • No, estoy con mi hermanito pequeño Yoel, no es más que un bebé de cinco meses, mi madre era la mujer del vestido azul, y mi papa... -quedé trabada comenzando a sollozar de nuevo- debe haber fallecido en la explosión, el trabajaba allí.
  • Siento decirte esto pequeña, los trabajadores del centro que no han quedado reducidos a cenizas a causa de la explosión, se han convertido en lo que acabas de ver ahí fuera, incluso los civiles que vivían alrededor del recinto. Una mutación de los virus que han quedado en el aire y que han sobrevivido a las altas temperaturas desatadas en el incendio, han causado que las personas alteren su adn convirtiéndose zombies.
  • Cómo puedes saber tanto del tema? -las lagrimas discurrían por mi rosto recordando la perdida de mis padres-
  • Acabo de llegar a Atlanta procedente del Centro Europeo para la prevención y control de enfermedades infecciones (E.C.D.C.) en Estocolmo, Suecia. Iba a reunirme con el microbiólogo puesto al cargo en la investigación de una vacuna de interés para nosotros.
  • ¿La influenza H3N2? -pregunté-.
  • Si, exactamente ¿como lo sabes?
  • Mi padre era el que estaba con ese estudio, con toda probabilidad te reunirías con él.
  • ¿Tu padre era el Dr. Willet? -pregunto sorprendido-. He tenido la ocasión y el privilegio de conocerlo personalmente, puedes estar orgullosa de él, era una gran persona y un gran profesional -dijo elevando mi orgullo hacia mi padre-.
Escuchamos las noticias y eran desalentadoras, los infectados se multiplicaban en segundos y se contabilizaban ya en miles, acercándose a los pueblos adyacentes al nuestro. La única noticia positiva era, que según los últimos análisis realizados en el Hospital General de Atlanta sobre muestras del aire, revelaban que el virus mutado a raíz del contacto y absorción de unos unos agentes infecciosos con otros, estaba muriendo, se calculaba que en menos de hora no quedasen virus activos, ahora mismo solo se hallaban concentrados en la zona de la catástrofe.

Comenzamos a escuchar infinidad de disparos que parecían sonar en distintas partes del barrio. El hombre que me había salvado de nombre Román, me escondió en el aseo dentro de la bañera junto a mi pequeño Yoel, que reía divertido ajeno a lo que estaba pasando fuera.

Asustada abrazaba fuertemente a mi hermanito. En poco rato Román entró y entusiasmado me contó lo que parecía una buena noticia:
  • Militares del ejercito de los Estados Unidos están por todas partes pequeña, disparando en la cabeza a los infectados, se que te parecerá una dura decisión pero es lo mejor que pueden hacer por ellos y por nosotros.
Estrechando a mi hermano en mis brazos, comencé a llorar de nuevo, nunca más vería a papá y a mamá, eramos muy pequeños todavía y los necesitábamos como el aire para respirar, que sería ahora de nosotros, casi hubiese preferido que nos hubiesen infectado a nosotros también...

Román pasó noche con nosotros en casa, cuidándonos y mimándonos, ayudándome a asimilar la triste pérdida. Además aún no había permiso de las autoridades para abandonar los domicilios y escondites.

Por la mañana las noticias eran más esperanzadoras, se nos permitía salir a la calle, puesto que después de varios análisis minuciosos ya no habían hallado el virus en ninguna de las muestras. Aún así, toda la zona nos hallábamos en cuarentena por algún imprevisto que pudiese surgir. Román se quedaría durante este proceso con nosotros, al fin y al cabo tampoco podía salir de Atlanta.

Pasado el tiempo, sin que nada revelase que el virus pudiese hallarse en estado aletargado en algún lugar, levantaron la cuarentena.

Cuando llegaron mis tíos a recogernos y tuve que despedirme de Román, sentí mucha pena, se había portado como un padre con nosotros y lo iba a echar mucho de menos. Me abracé a él pidiéndole que me prometiese que nos volveríamos a ver, a lo que él besándome cariñosamente lo hizo, y yo sabía que lo cumpliría.


Una nueva vida comenzaba para nosotros, lejos de toda esta tragedia, nos trasladábamos a vivir a Florida con mis tíos, sabía que tendríamos una buena vida, ya que ellos no podían tener esos hijos que tanto deseaban y ahora nosotros supliríamos.

2 comentarios:

  1. Me ha encantado que te hayas acordado de mi para esta entrada. Me ha gustado mucho :)
    Mamba Negra

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    1. Ya haré algo mejor de zombis, los relatos no dan mucho juego para una buena historia con un argumento mejor. Haré algo más largo y mas detallado. Un beso grande.

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