martes, 29 de octubre de 2013

"SENTENCIADA"

Providence (Rhode Island) Noviembre de 1.692

Había heredado los poderes de mi abuela, incluso parecía poseer más dones que los que ella tenía. No me gustaba considerarme bruja, era una palabra que en la antigüedad se relacionaba con el mal, la magia negra y el culto al demonio, con una reputación de mujeres malvadas y sin escrúpulos. Todo más lejos de la realidad, las brujas siempre han sido mujeres de amplia bondad, con poderes adivinatorios y curativos que se usaban para hacer el bien.

Mi abuela me había iniciado desde muy pequeña para estimular mis aptitudes y que no se perdieran, explicándome al detalle como debería ejercer esas maravillosas habilidades que Dios me había otorgado.

Cuando era adolescente, comencé a acompañarla en sus visitas a los enfermos, incluso atendiendo algún parto en ocasiones complicado, dónde yo descubrí una de mis capacidades más notables. Era capaz de girar a un bebe en el vientre de su madre, cuando llegado el momento del parto no estaba en la posición adecuada, disponiéndolo para un buen alumbramiento, salvando a unas cuantas mamas y a sus pequeños de una muerte segura.

También gozaba de cierta facultad para eliminar la mala fortuna que en ocasiones acompañaba a las familias, y con respecto a las enfermedades, fui adquiriendo con facilidad todos los conocimientos de que disponía mi abuela, más los que yo me encargué de buscar leyendo libros e investigando por mi cuenta.

Mi arte adivinatorio era muy acertado, no errando nunca en mis predicciones, para lo que usaba el poso del café y en ocasiones piedras mágicas. Poco antes de fallecer mi abuela, me había dicho que me consideraba la bruja más poderosa que jamás había conocido. Cuando se murió, yo heredé su libro de hechizos y conjuros, que aunque no me hacía falta, guardé como un tesoro.

Me case con Anthony, un joven campesino del pueblo que me regaló dos preciosas hijas y una vida llena de felicidad. Mis poderes tenían una pega, y es que no podía usarlos para beneficio propio en el caso de la adivinación, aunque si para la curación, con lo cual nunca pude saber lo que me disponía el futuro, así que disfrutaba de cada nuevo día con mi esposo y mis hijas como si fuese el último.

Tenía mucho trabajo en el pueblo, era muy querida y respetada, y me llamaban para cualquier enfermedad, percance o dificultad, desde un parto, un niño enfermo, una muela con dolor, lectura del futuro, incluso para tratar algún animal enfermo; lo que nos permitía vivir sin excesos pero cómodamente, sin que jamás nos faltase la comida.

La vida se complicó de repente. Habían llegado noticias de Salem, una ciudad a 88 kilómetros de nosotros, donde estaban realizando juicios contra varias mujeres a las que habían acusado de brujería y de culto al demonio, causando enfermedades y distintas alucinaciones en la población, algunas ya las habían sentenciado a ser quemadas en una hoguera, otras, estaban a la espera de juicio. Ésto, sumado a una terrible epidemia que estaba arrasando nuestro pueblo, llevándose principalmente a los niños más pequeños y a los ancianos, hizo que comenzasen a dudar de mi, diciendo que estando en contra de los juicios de Salem, había cursado una venganza, tratando de matar a todos los miembros de la aldea. Me detuvieron y me encarcelaron a la espera de un juicio que intuía, no iba a ser justo, y todos los que en su día me querían y me respetaban, me dieron la espalda renegando de mi, escupiéndome e insultándome cuando iba en el carro camino de la prisión. No permitieron que recibiera la visita de Anthony ni de mis pequeñas, lo que causaba un gran dolor en mi corazón.

Como esperaba, no fue justo, los que un día estaban agradecidos por haberlos ayudado, ahora declaraban en mi contra acusándome de brujería y de ser aliada de Satán. En mi declaración expuse mi inocencia, opinando que todo esto no era más que extremismo religioso, jamás había hecho el mal a nadie, poseía unos dones heredados de mis antepasados que nunca se habían usado para hacer el mal, y enfadada dije que todo ésto era una intromisión gubernamental de mi libertad individual.

Después de falsas acusaciones e infinidad de fallos en el proceso, sabía cual iba a ser el desenlace, y no estaba equivocada, no hacía falta ser adivina para saberlo... Al igual que mis compañeras de Salem, me condenaban a morir quemada en la plaza del pueblo a la vista de todos mis vecinos.

Rogué que se me concediese la visita de mi esposo y de mis hijas para poder despedirme, y por sorpresa, me lo concedieron. Cuando Anthony llegó a mi calabozo acompañado de mis dos niñas, el corazón se me alegró, me abracé a él con tanta intensidad y tanto amor que mis carceleros se hicieron a un lado para dejarnos unos momentos de intimidad. Comencé a llorar en sus brazos, mientras el me acariciaba con mucha ternura, las niñas mientras tanto, se habían abrazado a mis piernas sollozando y reclamando mi atención. Me agaché para estrecharlas en mis brazos, Samantha ya tenía seis años, pero todavía era muy pequeña para entender lo que estaba pasando, y July con solo dos, me miraba con esos ojos azules y brillantes que poseía, intentando adivinar en mi mirada que era lo que me pasaba. Era un bebé apenas, pero siempre adiviné en ella algo muy especial, era poseedora de mis dones y algo me decía que si yo era poderosa, ella lo sería mucho más...

No se como ocurrió, pero July pareció entrar en una especie de trance, y diciendo en su lenguaje infantil -mami, no llores, no tes tiste, July te va sacar de este feo sitio-, de repente de sus hermosos ojos salió una luz que iluminó el calabozo, y al instante aparecimos en nuestro hogar.

Poseía una facultad extraordinaria que yo nunca había conocido en ninguno de mis antepasados, era capaz de transportar en el espacio lo que ella quisiese. Deberíamos irnos enseguida, antes de que nos encontrasen, puesto que además de quemarme a mí, lo harían con la pequeña, los carceleros seguramente habían sido conscientes del extraño episodio ocurrido.

Cogiendo lo justo que entraba en nuestro carro, nos fuimos. Encaminamos nuestra vida hacia otro destino, más allá de toda esta maldad humana. En busca de un pueblo lo más alejado posible para comenzar una nueva vida llena de felicidad.


2 comentarios:

  1. Hermosa historia. Hay magia, agradecimiento e ingratitud, fantasía y se lee rápido. Uno empieza a leer y termina con una sonrisa la lectura.

    Me gusto tu cuento. Saludos.

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    1. Muchas gracias Gonzalo, siempre complace recibir palabras de satisfacción, eso ánima a seguir, un abrazo!!!

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